Publicado en Página/12 el miércoles 18/09/13
Por Ricardo Haye *
Desde General Roca, Río Negro
Nosotros
somos los que andamos revisándole los rincones a la radio.
Somos
los que se atreven a verificar si hay vida más allá de Dolina y descubrimos que
Del Plata tiene una trasnoche estupenda. Los que descubrimos que en una radio
ignota de un barrio o una ciudad incógnita hay un día y un horario de la semana
en el que suele aparecer una voz poética e inteligente.
Pero,
además, somos los que también escudriñamos en otros territorios conexos; los que estamos a la pesca del último
nuevo libro sobre la radio; los que permanecemos atentos a la nueva producción
fuertemente individuada de los podcasters.
Somos
los docentes que desde nuestras cátedras, seminarios o talleres universitarios
procuramos contagiar a nuestros estudiantes los mismos entusiasmos que a
nosotros nos despierta aquel invento de Marconi que, contra todas las
agorerías, marcha hacia su primer siglo de vida.
Este
grupo acaba de cumplir veinte años de reuniones periódicas en las que
intercambiamos informaciones como las del segundo párrafo o avisamos de
descubrimientos como los que detalla el tercero. Nos contamos qué estrategias
didácticas pusimos en marcha desde el encuentro anterior; les llevamos a los
colegas los audios más creativos u osados que hicieron nuestros discípulos y
escuchamos las dificultades y las formas de superarlas que cada docente ha
encontrado desde que nos vimos por última vez.
Nuestro
foro empezó llamándose “Las Jornadas Universitarias La Radio de Fin de Siglo” y
esa designación duró hasta que la profecía se cumplió: la centuria finalmente
concluyó y nos obligó a actualizar la nomenclatura. Ahora nos convocamos bajo
el rótulo de “Jornadas Universitarias La Radio del Nuevo Siglo”.
La cita
de este año acaba de realizarse en el mismo lugar de la primera vez: la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue. En el
medio hubo convites en Olavarría, Paraná, Río Cuarto, La Plata, San Juan,
Córdoba, Rosario, Posadas, Tucumán. Juntarnos a hablar de radio nos dio una
buena ocasión para visitar cada año la Universidad de alguno de nuestros
colegas. Pero se equivocaría rotundamente el que pensara que solo nos convoca
la afición turística.
En
estas Jornadas recién clausuradas una de las mesas de trabajo estuvo consagrada
al análisis del diálogo, esa práctica apasionante que en la antigüedad se
utilizó para enseñar la ciencia y la filosofía y que hoy, tecnología mediante,
se recicló para acortar distancias enormes y, lamentablemente, también para
cancelarnos los abrazos.
¿Quiénes
dialogan en la radio? ¿Sobre qué conversan? ¿Qué propósitos persiguen? ¿Cuáles
son los interlocutores que no malversan las energías dialógicas en pos de
banalidades interminables?
Intentamos
verificar si el diálogo radiofónico actúa como un facilitador de comprensiones;
como un espacio de construcción de consensos.
Sabemos
que, por sí solo, el diálogo no es garantía de democracia, pero es más
democrático que el discurso unidireccional que algunas emisoras le descerrajan
a sus sufridos oyentes.
La
conversación invita a pensar de a dos; es decir que se abre a la posibilidad de
construir sin reclamar exclusividad. Convida a escuchar; habilita procesos de
trabajo en equipo (por lo menos de dos), de cooperación; promueve la aceptación
de los matices y las diferencias que contribuyen a hacer la vida menos aburrida
y más enriquecedora.
Pero el
diálogo nutriente es el que reproduce posiciones más o menos alejadas; nunca
simétricamente iguales. Esos presuntos diálogos que no son más que monólogos
enunciados a dos voces no tardan mucho en mostrar la hilacha.
Por el
contrario, en una conversación genuina e inteligente se disfruta la perspicacia de las
argumentaciones, el ingenio de las contra-argumentaciones, la mordacidad de las
réplicas.
Si las
programaciones se sobrepusieran a mucho
contenido dietético que hoy abastece las góndolas de la radio e invirtieran más
energías en recuperar las formas conversacionales más ricas, crecería el número
de oyentes con tesis y la sociedad se vería beneficiada por una mayor cantidad
de polemistas conceptualmente robustos.
Y esa
ecuación modificaría significativamente a la radio. Pues hasta aquí la mera
presencia de la telefonía celular, los mensajes de texto, el correo electrónico
y las redes sociales facilitó un mayor acceso técnico a la comunicación de
retorno, pero no alteró sustancial ni definitivamente la asimetría de las
posiciones que ocupan comunicadores y receptores, en tanto productores de
sentido.
Cuestiones
como estas analizamos en las Jornadas de Radio, mientras intentamos atisbar lo
que viene.
¿Cómo
será la radio en los próximos años? ¿Va a fortalecer su capacidad de producción
social de significados o irá replegándose hacia posiciones secundarias de
discreta ornamentación sonora ambiental?
¿De qué
manera evolucionará la interacción entre las estaciones y otras fuentes
emisoras y sus audiencias?
Paradojalmente afrontamos una situación
caracterizada por la fuerte tendencia a la concentración de medios y empresas y
la emergencia de un corpus heterogéneo de textos sonoros producidos por
individuos particulares que también entran a tallar en la disputa por el tiempo
(finito) de atención de las audiencias.
En este
contexto, asistimos a un crecimiento exponencial de la
oferta de mensajes sonoros y a la progresiva deslocalización de sus emisores
incognoscibles, aspecto que dificulta la interacción y acrecienta la
indeterminación de sus intenciones.
Estos puntos refuerzan la certeza de que es un error considerar cada mensaje en
forma aislada; hoy más que nunca, es apremiante concebirlos dentro de un
conjunto textual.
Así lo
determinan las características epocales de integración medial y de prolongación
discursiva en múltiples soportes, que generan
un entorno envolvente de cultura mediática y transmediática del cual resulta
muy difícil abstraerse.
Los docentes universitarios
de radio seguimos hurgando en sus recovecos, exploramos su geografía y ponemos
en común nuestros aprendizajes con el único propósito de hacer más eficaces y
solventes nuestras prácticas académicas.* Docente e investigador de la Universidad Nacional del Comahue.