sábado, septiembre 30, 2006

A continuación publicamos la primera parte de la ficha de cátedra producida por uno de nuestros estudiantes más destacados: Diego Dattoli.
Diego se sirve de un lenguaje metafórico para aludir al papel de la radio como dinamizadora social.
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UNA CUESTIÓN DE VARIEDAD DENTRO DE LA UNIFORMIDAD.

Desde su existencia la radio demostró ser el medio que más azuza la imaginación de sus receptores. Para esta confirmación existen algunos factores. Entre ellos, la invisibilidad de la radio. Ningún oyente puede ver al locutor que emite la voz ni tampoco dispone de una pantalla que refleje situaciones en vivo y directo, tal ocurre con la televisión. De modo que el oyente debe ilustrar en su mente lo que sucede en la radio y lo que evoca el relato en sí mismo. Sobre esta particularidad la radio ofrece un compendio de imágenes e interpretaciones que ningún otro medio puede ofrecer. El escenario de locutores aislados y oyentes escuchando los mensajes sonoros en la soledad de un sillón, garantiza que la radio amplíe el marco dónde crece la fantasía de la audiencia. De todos modos, éste no es el único ingrediente que ofrece la radio para concebir la dinamización social. La dinámica social consiste en acaparar la atención de la gente. Ésta atención se percibe cuando la sociedad tiene el hábito de escuchar radio y hablar durante su tiempo libre acerca de lo que dice la radio. Esta costumbre no sólo se circunscribe al hogar, también se refleja en los lugares de trabajo, en los paseos en coche o en las plazas públicas. Cada vez que visitamos un bar escuchamos ¨ viste lo que dijo la radio ¨. Eso es síntoma de hábito de consumo radial. En este punto, se nos abre un primer paso para finiquitar la dinamización social: despertar interés en la comunidad.

A diferencia de otros medios, la radio no se limita a informar sobre los hechos que nos acontecen. En ese sentido, la radio extiende sus funciones y realiza un esfuerzo por vincularse afectivamente con el oyente. Cuando eso sucede se gesta un segundo factor detonante de la dinamización social; el factor de proximidad. La radio no sólo quiere referir lo que sucede en el mundo, también acucia ganar el cariño de su público. Bajo esta disposición, la radio no es tan vertical como otros medios como la prensa escrita y la televisión, en los cuáles se promueve una relación yo digo, tú escuchas. Por el contrario, la radio suele ser más participativa e involucrar más al oyente. Se desviste del vínculo distante de la mera información y asimila funciones afectivas. Rebelde con lo que recomiendan los manuales, la radio no teme el acercamiento con el público. Promueve más retroalimentación que otros medios, pues es abierta a escuchar opiniones de la audiencia. La radio no rechaza las emociones y por esa razón es un medio más expresivo que otros. Sin embargo, detenernos en el acercamiento afectivo de la radio para con el oyente es beber del río pero ignorar en qué montaña nace. Existen otras cuestiones.

LOS INGREDIENTES DEL BREBAJE

¿Por qué la radio puede despertar la imaginación del oyente y lograr su participación? Evidentemente no se puede lograr un hábito social sin antes haber procedido a un proceso de identificación, dónde se comprenden las necesidades y gustos del oyente. Este proceso se logra cuando la radio no se queda con su propio pensamiento y logra comprender los pensamientos de la sociedad por medio de la empatía. La radio además de ser escuchada, debe escuchar al oyente. En tanto se produzca esa comunicación, es posible una unión afectiva que dinamice la relación entre la radio y la audiencia. No obstante, del dicho al hecho hay un gran trecho. Para lograr la empatía con el oyente la radio dispone de una serie de pasos que enumeraré a continuación:

1) Cuando relata un hecho la radio trasciende la información con un lenguaje descriptivo. Desmenuza detalles y permite que el oyente visualice la situación narrada por el locutor.
2) La vida cotidiana tiene protagonismo dentro de la construcción de noticias radiofónicas. Es decir, hechos que para otros medios son comunes y poco interesantes, son tenidos en cuenta por la radio. Por ejemplo, ¿cómo se gana la vida un niño limpia coches? ¿Qué hace un ama de casa en su tiempo libre?
3) La participación del público: la radio, como dijimos, permite que las personas expresen sus opiniones y comentarios. De ese modo, hay comunicación en vez de solo transmisión de información; aspecto que otros medios todavía no han resuelto.
4) La radio quita el monopolio de la narración neutra en tercera persona y accede a lenguajes en primera y segunda persona. Ya no es él hace. Ahora es nosotros hacemos.
5) La radio acepta más la subjetividad que otros medios. Sujeta a esa decisión, combina polos antagónicos como la razón y la emoción, la realidad y la fantasía.

Estos cinco pasos descriptos tienen un único objetivo: acercarse al oyente, quebrar la distancia y forjar una relación afectiva con él. En otras palabras, concebir el factor de proximidad a través de un vínculo emotivo con el oyente. La radio logra que la subjetividad interactúe con la objetividad sin que su mensaje parezca sensacionalista. Lejos de ese evento que ocurre cuando la opinión no viene amparada por una fase previa de observación, la radio crea un mensaje personalizado y crítico, argumentado desde la razón y enfatizado desde la emoción. No obstante, apenas hemos explicado él primer peldaño de la dinamización social: despertar el interés del oyente a través de un acercamiento afectivo generado por un discurso personalizado, capaz de integrar la subjetividad con la objetividad. Sin embargo, el fenómeno de la dinamización social, a mi juicio, requiere de otros peldaños. La sociedad debe hacer algo más que escuchar radio. Debe discutir sus temáticas en espacios públicos y desarrollar una consciencia crítica sobre la realidad. Ese es el segundo peldaño de la dinamización social. Sí Dios hizo el mundo en siete días, la radio necesita un poco más de tiempo. En función de lograr una relación continua con el oyente, la radio permite la interacción entre información y entretenimiento; a fin de que el oyente no se aburra y siga escuchando. A continuación explicaremos como funciona ese engranaje compuesto por dos piezas; periodismo y entretenimiento.

REALIDAD Y FANTASIA, UNA AMISTAD NECESARIA

Dijimos que la dinamización social necesita lograr un hábito de interés en la sociedad. La radio debe ser parte de la vida cotidiana de las personas. La gente debe hablar sobre la radio, no sólo escucharla. Una vez que se logra ese enlace, éste medio de comunicación debe impedir que el lazo se corte. La función periodística no puede por sí sola. ¿Qué pasaría sí el oyente estuviera sujeto bajo un carrusel radiofónico de noticias y más noticias? Sobre este plano, el oyente se pondría tenso, se aburriría y pondría una distancia a la relación. El público tendría reticencia a la hora de escuchar radio y únicamente acudiría a ella por la necesidad de informarse, en vez de acudir por placer. Buscaría otros medios y la radio quedaría en un segundo plano, sin despertar interés. Por otro lado, ¿que ocurriría sí la radio expusiera al oyente a solamente música, espeluznantes ficciones y audiciones abocadas al entretenimiento? Seguramente habría una audiencia importante. Cuando llegue del trabajo el oyente se relajará y disfrutará de la radio, pero la relación estará más cerca de la evasión que de la dinamización. La función periodística generadora de consciencia social quedaría excluida. Con el entretenimiento habría paz pero la dinamización social colectiva sucumbiría bajo el aplastamiento del consumo individual. Todo quedaría en un estado de satisfacción personal, pero no habría una cuota de realidad para que la audiencia critique y dinamice su pensamiento social. Consumir radio no es lo mismo que escuchar radio. El consumo da placer pero no reflexión. El acto de escuchar radio da ambos. Satisface e invita a pensar en la realidad que vivimos.

Una dinámica social, además de llamar la atención de la sociedad, debe lograr que la misma critique el mundo dónde vive, por medio de diálogos y debates. Pongámoslo en ecuaciones: consumo individual dónde no hay consciencia ni crítica hacia el mundo, es igual a aplastamiento social. En tanto, consumo individual que promueve una crítica social colectiva es igual a dinamización social. Establecidas estas simples fórmulas, el segundo peldaño de éste maravilloso proceso es lograr que la sociedad se interese por sus propios problemas. Sí se consigue, la sociedad puede ser un mecanismo de transformación social y la radio un espejo social que lo gestó. En caso de que el oyente oiga la radio y no se siente a debatir lo que escucha, la dinamización social no será completa.

No obstante, la consciencia social no se logra de la noche a la mañana. La relación entre oyente y radio necesita continuidad. La realidad y la fantasía son los engranajes de esa regularidad. La función periodística inyecta crítica, debate y consciencia en el oyente. Aunque el exceso de esta función también puede inyectar desgaste, aburrimiento y alejamiento en la audiencia. Por lo tanto, la función periodística necesita ser articulada con la función afectiva y el entretenimiento, así el oyente no se satura y oprime el botón de apagado. Así el oyente sigue nadando por el dial. Tras recurrir a cuentos, obras teatrales y ficciones, la función afectiva proporciona relajamiento, catarsis y fascinación en el oyente, lo cuál posibilita que la función periodística extienda su plazo y no proyecte intolerancia en la audiencia. Ambas funciones son necesarias; la periodística para formar consciencia, la afectiva y el entretenimiento para darle regularidad al vínculo conformado entre la radio y el oyente. Cuando la información, el entretenimiento y la ficción trabajan sin estorbarse, el esfuerzo y la recompensa son ruedas que comienzan a trabajar, tanto en el locutor como en el oyente. Se cambia tolerancia por motivación en la audiencia. El coche está en marcha.

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Continuará