sábado, febrero 23, 2013

Otro orden narrativo


Publicado en Página/12 el miércoles 23 de junio de 2010



 Por Ricardo M. Haye
* Desde Roca, Río Negro
En su libro Storytelling, Christian Salmon formula algunas apreciaciones temerarias. Según ese texto, el imperio americano se ha dado a la labor de transformar la realidad en fiction, minando los cimientos de la racionalidad mediante una increíble operación de manipulación de las mentes a través de los seriales estadounidenses. Para Salmon, los técnicos especializados del storytelling se encuentran tras las marcas y series de televisión, pero también a la sombra de las campañas electorales de Bush o Sarkozy y de las operaciones militares en Irak. Su conclusión categórica es que el imperio se ha apropiado de la narración.
En primer lugar, habría que señalar que en el otro polo de la emisión hay algo más que cerebros baldíos, aun cuando el torrencial aluvión de mensajes alienantes mortifique sus capacidades.
En segundo término cabe puntualizar que constituiría un error ceder sin más los derechos universales a contar historias.
Los estadounidenses incurren a menudo en similares actitudes de apropiación.Ya en los ’60 se atribuyeron la paternidad del llamado “nuevo periodismo”, desconociendo –por citar sólo un ejemplo– que dos décadas antes Roberto Arlt había publicado sus deliciosas e innovadoras Aguafuertes.
Ahora pretenden ser los pioneros del relato, ignorando la trascendencia que los narradores han alcanzado en diversas comunidades a lo largo de una historia milenaria.
Sin embargo, podemos aceptar que las historias que cuentan los norteamericanos poseen una formidable capacidad de penetración a propósito de la posesión de un complejo transmedial de enorme poder y diversidad de soportes.
Aun sin semejante aparato, quienes no formamos parte del imperio podemos analizar las estrategias que el nuevo orden narrativo del storytelling emplea y concebir modos de replicar su unilateral visión del mundo.
Salmon señala que el objetivo del storytelling es domesticar a la opinión pública y adueñarse de las prácticas sociales, los saberes y la memoria del individuo. Que su efectividad no es absoluta lo revela su propio texto de denuncia.
Que las propiedades ciertamente atractivas del arte de contar historias pueden ponerse al servicio de la edificación de un contradiscurso esclarecedor (otro nuevo orden narrativo) es una tarea que nos compete a todos.
* Docente e investigador de la Universidad Nacional del Comahue.